9789509282315
Carta a los poderes
Antonin Artaud
Editorial: Argonauta Fecha de publicación: 01/07/2003 Páginas: 54Formato: Rústica, 11 x 18 cm.
www.paquebote.com > ANTONIN ARTAUD
3ª Edición. El autor nos cuenta sus vivencias en México
Las relaciones de ANTONIN ARTAUD (1896-1948) con EL CINE tuvieron siempre un
carácter ambiguo y complejo: como indica uno de sus biógrafos, siempre
osciló entre la sospecha de que la naciente industria sólo era un medio poco
honrado de ganarse la vida " no puede uno trabajar en el cine sin
avergonzarse " y la esperanza de que esta nueva forma de expresión que pudiera
permitirle el descubrimiento de un lenguaje auténticamente creador y
revolucionario. Actor y guionista, como teórico planteó problemas y adivinó
perspectivas que resultan hoy día más actuales que nunca. El presente
volumen incluye una selección de sus reflexiones sobre el cine (expresadas
en críticas, entrevistas, ensayos y cartas) y siete sinopsis, entre las que
destaca la de " La Concha y el Reverendo " , único guión suyo llevado a la
pantalla de forma específica.
Texto fundacional de toda una corriente dramática, el Teatro de la Crueldad, de la que son deudores desde dramaturgos tan internacionales como Fernando Arrabal hasta grupos tan innovadores como La Fura dels Baus. Artaud, retomando diversas líneas de teatro folklórico y de mitos de diversas culturas y alejándose de la tradición helénica, propone un teatro completamente inusual en su tiempo basado en el gesto y en la necesidad de impresionar al espectador mediante la estimulación de los sentidos. Destacando el movimiento, la acción, la gestualidad y la voz por encima de la historia de carácter narrativo, Artaud pretende llevar hasta sus últimas consecuencias la capacidad de crear una reacción física del espectáculo teatral. Aun cuando en su tiempo sus teorías fueron objeto de duras controversias y ácidas críticas, con el tiempo se han ido aceptando muchos de sus planteamientos (a menudo reformulados y matizados) hasta convertirse en un referente fundamental de la teoría dramática contemporánea.
Antonin Artaud escribió los últimos textos de este libro ?ya legendario? en 1944, el plena guerra mundial, «deportado en Francia», como él mismo se describe, y, para más señas, en el manicomio de Rodez, adonde, tras cuatro años en otro psquiátrico, fue trasladado en 1943 y donde permaneció hasta 1946. En cuadernitos de escolar y entre aterradoras «curas», de electrochoques, escribe compulsivamente. «A fuerza de ser yo es como supero la muerte», confiesa en una carta. En 1945, Henry Parisot publica por primera vez en forma de libro Los tarahumara en la colección «L¿âge d¿or», que él dirige en Éditions Fontaine. Cuando Artaud sale de Rodez, no tarda en recaer en su adicción al opio. Tras una corta desintoxicación, en febrero de 1948, entre dolores y dosis infernales de cloral, escribe el último texto sobre los tarahumara : «Tutuguri, el rito del sol negro», con el que a su muerte, un mes después, a los cincuenta y dos años, deja concluido este libro, prácticamente el mismo que Jean Paulhan vuelve a publicar en Éditions Gallimard en 1971. A partir de esta edición, Carlos Barral realiza en España la suya, en 1972, cuya historia inquisitorial, al ser procesados autor (¡ !) y editor por blasfemias e insultos a la religión, aparece relatada en el prólogo. EN 1984 se publica en Francia, siempre en Gallimard, el tomo IX de las Obras completas de Antonin Artaud, dedicado precisamente a Los tarahumara y a las ya célebres Cartas de Rodez. En Tusquets Editores retomamos la traducción de Carlos Manzano, publicada por Barral y la completamos con los documentos que aportó aquella última y definitiva edición francesa. Desde que Artaud emprendiera su azaroso viaje a México en 1936 hasta que la obra viera la luz en forma de libro, transcurrieron doce años. Pero no es de extrañar que Artaud, precisamente en el periodo de su encierro en el manicomio de Rodez, recobrara interés por las experiencias de religiones, magias y rituales, vividas años antes entre los tarahumara. En las zonas fronterizas con la locura, procuraba penosamente recomponer mediante la escritura los fragmentos de su identidad, por lo que explorar esos lugares donde lo oculto y lo invisible, lo religioso y lo místico dan sentido a esa necesidad imperiosa de reconocerse en las palabras le obligaba a someterse a la autodisciplina de todo acto iniciático. De ahí las inagotables y renovadas sugerencias de estas páginas extrañas.